jueves, 24 de enero de 2013

Creaciones literarias


Poesía

Estrategia utilizada: pregunta y respuesta.

¿Por qué sonríes siempre?
Sonrío porque estoy feliz
¿Por qué eres feliz?
Porque me gusta la vida
¿Qué es lo mejor de tu vida?
Lo mejor de mi vida…. ¡eres tú!

Prosa

Estrategia: varias perspectivas:

Título: El unicornio.

-El cazador: me llamo John Hunter y soy el mejor cazador del mundo. He cazado a todo tipo de animales alrededor del planeta. Un día, un misterioso comerciante me contrató para que cazase a un animal mágico: un unicornio. Viajé hasta el lejano y mágico país de Neverlandia para encontrarle. Después de perseguirle durante días por el bosque logré capturarle y le llevé de vuelta al comerciante, con la condición de que no le hiciese ningún daño. El comerciante me dijo que no le haría nada y me pagó muy bien.

-El comerciante: soy un famoso comerciante en mi reino. Tengo un montón de cosas: tierras, edificios, tiendas, animales… No hay nada que no sea capaz de conseguir. Hace poco escuché que el rey estaba buscando a un unicornio para curar a su hija de una enfermedad mortal, así que decidí hablar con John Hunter, el mejor cazador que conozco. Siempre que le he pedido algo me lo ha traído muy rápido y nunca me ha fallado. Me dijo que él era capaz de encontrar al unicornio que necesitaba y que no tardaría mucho en traérmelo. Así fue: a la semana siguiente John vino a verme y me enseñó a un caballo con un cuerno en la cabeza. ¡Era el unicornio! Le prometí tratar bien al animal, le pagué muy bien y fui a dárselo al rey, que me pagó el triple de lo que le pagué al cazador.

-El rey: hola, soy el rey Alfredo. Tengo una hija que está muy enferma y sólo puede salvarse si bebe una pócima hecha con sangre de unicornio. Por eso, decidí encargar a quien pudiera que trajese a un unicornio vivo a mi palacio para quitarle un poco de sangre y hacer la poción.
Un famoso comerciante me trajo uno a la semana siguiente y le ofrecí una enorme recompensa. Después, un médico hizo la pócima y se la dio a mi hija, que se curó enseguida. Como estaba muy feliz le enseñé al unicornio y se puso a jugar con él. Por desgracia, vino a verme un hombre que decía ser el guardián del unicornio y tuve que devolvérselo.

-El unicornio: soy el último unicornio que queda vivo en todo el planeta. Vivía tranquilamente en el país de Neverlandia en el Bosque Frondoso hasta que un día me empezó a perseguir un cazador. Corrí y corrí durante mucho tiempo y traté de esconderme de él todo lo que pude, pero al final caí en una trampa y el cazador me llevó atado a un lugar fuera de mi país. Allí un hombre me pinchó durante un momento y me tuvo encerrado por la noche para que no escapara. Al día siguiente vino una niña que se subió en mí y parecía divertirse mucho. Me encariñé mucho con la niña pero, finalmente, mi guardián vino a rescatarme y volví  mi país, donde de vez en cuando viene esa princesa a verme.

-La princesa: soy la princesa del reino y me llamo Leticia. Un día empecé a toser mucho y tuve que quedarme en la cama porque me había puesto enferma. Mi padre se preocupó mucho y habló con un montón de médicos. Cada día me sentía peor hasta que me dieron de beber una poción mágica y me dormí. Cuando desperté me encontraba muy bien y mi padre se alegró mucho. Me dijo que había traído un unicornio y me lo enseñó. Me monté en él y nos hicimos muy buenos amigos, pero mi padre me dijo que se tenía que ir a su casa, así que me despedí de él y le dije que le visitaría algún día.

-El guardián del unicornio: me llamo Atreyu y soy el jefe de mi tribu. Vivo en el país de Neverland y, además, soy el guardián del unicornio. Tengo que cuidar de él porque si desaparece, el país de Neverland también desaparecerá. Hace un tiempo el unicornio fue secuestrado por un cazador de un país vecino, de modo que fui a su reino y le pregunté dónde estaba el unicornio. Él me mandó a ver a un comerciante y el comerciante a su vez me llevó ante el rey. En cuanto le vi le expliqué la situación. El rey me dijo que lo sentía y que hablaría con su hija para devolverme al unicornio. Finalmente, llevé de vuelta al animal  a su casa y nuestro país fue salvado.


Sobre este texto he realizado el libro. Estas son las imágenes:







Como no se ven muy bien, aclaro que las imágenes salen giradas por algún tipo de error que no he podido solucionar.


Diálogo teatral

Personajes:
-Narrador.
-Arturo.
-Padre.
-Madre.
-Espíritu de la Navidad.

Acto 1
Narrador: es el día de Navidad. Es por la mañana, y el pequeño Arturo, ilusionado, corrió a despertar a sus padres. ¡Había que bajar a abrir los regalos!
Arturo: (Excitado) ¡Mamá, papá, despertad! Es Navidad y quiero que vengáis conmigo a ver lo que nos ha dejado Papá Noel.
Padre: Tranquilo, hijo, que ya nos levantamos.
Madre: Venga, vayamos todos al salón.
Narrador: Así, toda la familia bajó las escaleras y entró al salón a ver qué les había dejado Papá Noel debajo del árbol.
Arturo: ¡Hala! Mira qué de cosas. ¿Qué serán?
Madre: Cariño, coge la cámara y grábalo todo, que todas las navidades pasa lo mismo y nunca te acuerdas.
Papá: Voy, voy…
Narrador: Ese fue uno de los mejores días del año. A Arturo le regalaron muchos juguetes y se pasó todo el tiempo jugando con ellos.

Acto 2
Narrador: Han pasado ya dos semanas y Arturo tiene que volver al colegio de nuevo.

(Arturo entra por la puerta de casa)

Madre: Hola, hijo. ¿Qué tal la vuelta al cole?
Arturo: muy bien, todos los de mi clase hemos llevado lo que nos han regalado estas navidades para enseñárnoslo.
Madre: ¡Anda, con razón no encontraba el camión de bomberos y tampoco el soldado de juguete cuando ordené tu cuarto! Además, tu padre me dijo antes de irse a trabajar que no sabía dónde habías puesto aquel juego de mesa.
Arturo: Sí, fui yo. Pensaba que os había avisado de que me los iba a llevar.
Madre: Bueno, no pasa nada. Ahora, sácalos de la mochila y guárdalos en tu sitio.
Arturo: (Nervioso, balanceándose a los lados) Bueno, es que…
Madre: ¿Te los has dejado en clase?
Arturo: No, no es eso…
Madre: ¿Puede ser que te los haya quitado alguien?
Arturo: Tampoco es eso. Es que…
Madre: ¿Es que qué?

(En ese momento el padre llega a casa por la misma puerta que su hijo)

Padre: Calma, familia. ¿Se puede saber qué está pasando?
Arturo: Es que… verás, en mi colegio tengo compañeros a los que no han regalado nada en navidad y, como yo tengo mucho, pensé que lo mejor era compartirlo con ellos y hacerles los regalos que no les habían hecho aún.
Madre: ¡Pero bueno!
Padre: Vamos a ver…

(Padre y madre empiezan a gritar sin parar)

Narrador: El pobre Arturo tuvo que aguantar la regañina más fuerte de su vida. Finalmente, sus padres le mandaron a la cama.

Acto 3

Narrador: Ya es de noche y todos en casa duermen. Aquella no era una noche cualquiera, pues los padres iban a recibir una visita muy especial.

(Habitación de los padres, que están durmiendo)

Madre: ¡Despierta, cariño! Hay alguien aquí.
Padre: Eso no puede ser, todas las puertas están cerradas a cal y can… ¡Ah! ¿Quién eres tú?

(Frente a ellos aparece alguien)

Espíritu: Yo soy el espíritu de la Navidad y he venido aquí para que os deis cuenta de vuestro error.
Padre: ¿De qué hablas?
Espíritu: De lo que le habéis dicho a vuestro hijo, de todo el espíritu navideño que habéis perdido.
Madre: ¿Por qué lo dices? Sólo queremos que nuestro hijo sea lo más feliz posible. Cuando yo tenía su edad, me entristecía mucho no tener ningún regalo por Navidad.
Padre: Sí, es verdad. A mí me pasaba lo mismo, y no quiero que a nuestro hijo le ocurra lo mismo.
Espíritu: Olvidáis que el verdadero sentido de la navidad es estar con la familia y ser justo y solidario. Sabiendo eso, ¿por qué no dejáis que Arturo haga feliz a los demás?
Padre: ¿Qué quieres decir?
Espíritu: (Señalando a un lado) Mirad allí. ¿Qué es lo que veis?

(En la misma habitación hay un niño con aspecto triste sentado debajo de un árbol de navidad)

Madre: Parece un niño al que no han dejado nada debajo del árbol. Me recuerda a mi infancia.
Padre: Sí, también a mí. ¿Ese soy yo de pequeño?
Espíritu: No, te equivocas. Ese niño se llama Manuel. Es un chico al que su familia quiere mucho pero, a pesar de todo, se siente mal por no tener nada con lo que jugar estas navidades. Cuando volvió del colegio hoy ya no estaba triste. ¿Por qué, os preguntaréis?
Padre y madre: Dínoslo.
Espíritu: Ese chico tiene a un gran amigo y compañero que ha compartido sus juguetes con él. ¿No os suena esa persona?
Madre: Hablas de nuestro hijo, ¿verdad?
Espíritu: Así es. Como veis, Arturo sólo quería que no hubiese niños tristes por las navidades, como os pasó a vosotros. ¿Ya os habéis dado cuenta de vuestro error?
Padre: Sí, tenías razón desde el principio.
Madre: Hemos sido unos padres espantosos. ¿Cómo podemos arreglarlo todo?
Espíritu: Dormid y, cuando despertéis, pedidle perdón a vuestro hijo por lo que le dijisteis. Es un buen niño y os perdonará. En fin, se hace tarde. Tengo que despedirme ya.
Madre: Adiós, Espíritu. Gracias por todo.
Padre: Muchísimas gracias. Gracias a ti hemos recuperado nuestro espíritu navideño.

(El Espíritu se va y los padres vuelven a dormirse)

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