domingo, 20 de enero de 2013

Adaptación de un cuento


Toda clase de pieles

Érase una vez un lejano reino cuyo rey se consideraba el más afortunado del mundo. Su mujer, otrora la más bella de todas las princesas, le profesaba un cariño y fidelidad sin límites. Fruto de este amor, nació una niña que con el paso del tiempo estaría llamada a ser la mujer más hermosa de su tiempo, sobrepasando incluso la belleza de su madre. La familia, feliz, pasó muchos años de bienaventuranza. Los reyes gobernaban con justicia y eran muy queridos por sus súbditos. Sin embargo, la desgracia acabó por precipitarse sobre ellos. Así, la reina  sufrió una enfermedad de la que no había cura existente. Sabiendo que su vida se apagaba, ordenó llamar a su marido a su lecho de muerte, al que dijo:
-Hemos sido muy felices juntos. Desde que me tomaste por esposa supe que disfrutaría de una existencia maravillosa. Por eso, te pido que veles por nuestra hija y que, cuando cumpla dieciocho años, se case con alguien que de verdad la quiera.
Y con estas palabras, la vida de la reina tocó a su fin.
Pasaron los años y, en efecto, la princesa se convirtió en la mujer más admirada por propios y extraños debido a su increíble belleza. Viendo que la fecha de su dieciochoavo cumpleaños se acercaba inminentemente, el rey pensó en la forma de encontrar al hombre adecuado de entre sus múltiples pretendientes. A decir verdad, el rey era reacio a casar a su hija, pero debía mantener su promesa y sus consejeros le presionaban constantemente:
-Mi rey, debe pensar en el bien del reino y desposar a su hija. Vos sabéis muy bien que necesitáis a alguien para sustituiros dentro de no muchos años. El paso del tiempo está haciendo mella en su majestad y el cargo le pesa cada día más - le decían.
De esta forma ideó un plan que no tardó en hacer llegar a todos los rincones del mundo. Así lo anunciaban los mensajeros:
-Su majestad el rey convoca a cualquier hombre del reino que esté interesado en desposar a su hija. Los pretendientes deberán llevarle a ella tres regalos y esperar a que la princesa elija al mejor candidato.
Tras unos días de tensa espera, llegaron todos los candidatos y se celebró la prueba. Uno por uno, los candidatos le ofrecieron regalos de todo tipo, pero la princesa, que además no quería casarse, les fue rechazando a todos diciéndoles:
-Lo siento, pero no eres a quien busco.
Fueron pasando los días y el rey, impacientándose, habló con su hija:
-Hija, ¿por qué no has elegido a nadie aún? Muchos de los candidatos eran príncipes de los mejores reinos y sus regalos eran fabulosos.
-No son regalos lo que busco, padre – contestó la princesa-. Además, todavía no quiero casarme.
-Pues deberás hacerlo. Le prometí a tu madre que te casarías al cumplir dieciocho, años, y así será. Si tú no te decides, lo haré yo por ti.
Posteriormente siguieron presentándose más hombres ante la princesa, pero su número empezaba a escasear. El rey estaba cada vez más alterado y la princesa comenzaba a temer cualquier locura de su padre.
Un día, cuando la princesa había perdido toda esperanza, se presentó un candidato muy singular. A diferencia del resto, no se trataba de ningún, rey, príncipe o noble adinerado. Era un simple hombre de clase humilde. Los demás, al verle, se empezaron a reír de él:
-¡Mirad a ese campesino, se cree igual que nosotros! – decían unos.
-¡Ese hombre está loco! – decían otros.
A todo el mundo le parecía divertida esta situación. Incluso el rey se rió y le permitió hablar con ella como al resto de pretendientes para continuar con la diversión.
De este modo, el hombre se acercó a la princesa y le dijo:
-Princesa, soy Tristán, un humilde hombre de pueblo, y he venido a conquistaros. No tengo mucho que daros, tan solo un viejo abrigo hecho con las pieles de animales que cacé y encontré en el bosque, una alianza de boda y mi corazón.
Las carcajadas del público se oyeron por toda la ciudad. Inesperadamente todo el mundo se calló cuando la reina dijo:
-Eres tú a quien esperaba.
La gente no se creía lo que había oído. Pensaban que lo habían entendido mal o que la princesa les estaba tomando el pelo. La princesa volvió a hablar:
-Sí, habéis oído bien. Este hombre ha sido el único que ha sido sincero y se ha fijado en mí como mujer, no como princesa. Los demás sólo querían convertirse en los reyes de este reino casándose conmigo.
Se armó un gran revuelo en todo el reino y sus alrededores. ¡Un hombre pobre casándose con la princesa! El rey, furioso, discutió con su hija. La discusión acabó así:
-Soy el rey y soy tu padre, y no te permitiré que te cases con un villano. ¡De ninguna manera!
La princesa, desesperada, se fugó esa noche con su prometido. Se llevó los regalos y tres objetos de su habitación: un anillo, unos pendientes y una piedra preciosa.  Huyeron a una ciudad lejana, se casaron y se ganaron la vida trabajando en la posada de los padres de Tristán.
Pasaron los años y la princesa vivía muy feliz con su marido. Mientras Tristán trabajaba en la cocina, la princesa se encargaba de atender a los clientes.
Un día, recibieron un cliente muy especial. Se trataba de un rey de un lejano reino. No era un rey cualquiera: era el padre de la princesa. Ella se asustó mucho al verle, pero se tranquilizó porque no la reconocía. Había pasado mucho tiempo y ella estaba bastante cambiada. Además, la princesa llevaba el abrigo de pieles que le regaló su marido y nunca se lo quitaba.
-¿Qué os trae por aquí, señor?
-Nada importante, sólo estoy de viaje. Me quedaré aquí unos días para descansar.
Tras hablar con su padre un rato, la princesa se dio cuenta de que había cambiado. Para asegurarse de que así era, pensó en una estrategia.
Todas las noches el rey pedía que le llevasen la cena a su habitación. Durante la primera noche comió y bebió, pero en su copa encontró un anillo.
-¿Qué es esto y cómo ha acabo aquí? – dijo, mirando el anillo con detenimiento y extrañeza -. Me recuerda al anillo que le regalé a mi mujer hace mucho tiempo. Pero no, no puede ser el mismo...
Durante el segundo día volvió a cenar en su habitación. Mientras se comía un filete, mordió algo que había dentro de la carne.
-¡Qué dolor! ¿Se puede saber qué es esto?
-Lo siento, señor, no sé cómo ha podido acabar ahí – dijo la princesa -. ¿Qué es?
-Parece un pendiente. Qué extraño, es igual que el que le regalé a mi hija cuando cumplió los diez años.
-¿Tiene una hija?
-Sí, la tuve. Era la mejor hija que podría haber tenido, pero fui un mal padre con ella y se fugó. Cómo me gustaría volver a verla y pedirle perdón por todo – dijo el rey, muy arrepentido.
-Seguro que la volverá a ver algún día, su Majestad. Es su padre y le debe de echar de menos también.
Cuando el rey se quedó solo, comenzó a pensar durante toda la noche en su hija y en las extrañas coincidencias que habían ocurrido durante las cenas.
Pasó otro día más y, con él, llegó la hora de la cena. Como siempre, volvió la misma chica a servirle. Durante la comida, el rey le pidió a la princesa que se quedara hasta que terminase. Tras un rato, volvió a encontrarse algo en la comida. Se trataba de una piedra muy reluciente.
-Vaya, qué casualidad. ¿Qué tenemos aquí? – preguntó el rey, que empezaba a sospechar -. Este objeto también me suena.
-¿De verdad? ¿De qué se trata? – preguntó la princesa.
-Esta piedra me recuerda a un regalo que le hice a mi hija poco después de la muerte de su madre. Le dije que era un fragmento de estrella y que venía del mismo cielo en el que estaba su madre.
-Majestad, decís haber sido un mal padre, pero yo pienso que vuestra hija debía quereros mucho.
-¿De verdad? ¿Y crees que me perdonaría y volvería conmigo?
-¡Claro que te perdono, papá! – exclamó la princesa, quitándose el abrigo de pieles y abrazando a su padre.
El rey lloró de la alegría y se volvió a sentir el hombre más afortunado del mundo. Hizo las paces con su hija, aceptó a su esposo y les pidió que volviesen a casa con él, no como marido y mujer, sino como rey y reina. Fueron recibidos con júbilo al llegar a su reino y la familia vivió feliz durante el resto de su vida.


Ciclo al que se dirige

He decidido adaptar el cuento para niños pertenecientes al tercer ciclo de primaria, debido básicamente a la historia en sí y al lenguaje que se utiliza.


Elementos que he mantenido

-La protagonista proviene de la realeza.
-Muerte de su madre y última voluntad.
-Tres regalos de boda.
-La princesa huye de su padre.
-La princesa se lleva tres objetos personales.
-La princesa trabaja sirviendo.
-La princesa se declara al ser querido a través de la inclusión de objetos en la comida.

Cambios realizados

-He cambiado el último deseo de la madre.
-He eliminado la boda con el padre porque me parece un tema bastante impropio para la etapa de Primaria.
-He inventado una prueba para casar a la princesa.
-He cambiado los vestidos por otro tipo de regalos.
-He incluido un personaje con el que la princesa se quiere casar antes de escaparse.
-He variado los objetos que se lleva la princesa.
-He eliminado la parte de los bailes.
-He hecho que la princesa declare sus sentimientos de afecto a su padre en lugar de a la persona de la que se enamora.

1 comentario:

  1. Muy bien. Está muy bien escrito y me ha gustado mucho pero, como adaptación, deberías haber respetado el uso que hace la protagonista de los regalos recibidos por sus padres como estrategia para enamorar al chico.

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